En un momento en el que la mayoría de los países está luchando contra la pandemia del COVID-19, aunque algunos ya han comenzado a flexibilizar el confinamiento para ir reactivando poco a poco la economía, el papel que desempeñan las empresas en este escenario es fundamental.
Las compañías, como actores clave de la economía, deben llevar a cabo una buena gestión empresarial para hacer frente a los diversos riesgos estratégicos y operacionales que han tenido que enfrentar en medio de la emergencia sanitaria.
Las dificultades relacionadas con el comercio de importación y exportación, el retraso o la interrupción del suministro de materias primas, el incremento en los costos de producción, los cambios en la demanda de los consumidores y los problemas de protección de la salud y la seguridad de los empleados han puesto constantemente a prueba a las empresas.
Y el desafío que tienen después del coronavirus es mayor. Ciertamente, sectores clave como alimentación y salud no pararon durante la pandemia y ajustaron sus operaciones a las medidas de prevención recomendadas por la Organización Mundial de la Salud y las autoridades locales. Sin embargo, otros sectores sí vieron mermadas sus actividades y ahora, con la apertura en algunas naciones, les toca retomar el ritmo, pero en nuevas condiciones.
La recuperación de las empresas en cuanto a sus procesos productivos no se vislumbra inmediato ni rápido. Así que es necesario que también se preparen para lo que viene. Para enfrentar la pandemia tuvieron que enfocarse en la planificación de continuidad de negocios y gestión de emergencias, pero hay que ver hacia el futuro y ampliar las estrategias. Ya no es sobrevivir el momento, sino procurar recuperarse de ese shock llamado COVID-19.
Muchas empresas cuentan con planes de contingencia para emergencias o planes de sostenibilidad empresarial, que suelen aplicarse inmediatamente en caso de una emergencia importante como ha sido este el caso. Pero ahora la pregunta es: ¿cómo prepararse para lo que viene? Si bien no hay recetas mágicas, ni fórmulas únicas, las compañías pueden considerar algunos de estos aspectos.
-Hacer un diagnóstico sobre el efecto que ha tenido esta contingencia en la empresa y determinar cuáles son sus fortalezas y debilidades hoy y, en función de ello, cómo potenciar las primeras y minimizar las segundas.
-Establecer sólidos canales de comunicación para que los mensajes lleguen de manera directa y sin ruido a todo el personal. También mantener un mecanismo de comunicación de información positiva con clientes y proveedores.
-Motivar a los empleados y seguir garantizando su bienestar físico y de salud, porque ellos también se han visto afectados por la crisis provocada por el coronavirus. Es importante que sientan que son parte fundamental en el proceso de recuperación de la empresa.
-Aplicar nuevas metodologías de trabajo porque por un tiempo, aún no es cuantificable, las cosas no podrán hacerse como antes. El tan deseado regreso a la “normalidad” no se produce de la noche a la mañana y aún persiste el riesgo al contagio del virus.
-Seguir considerando la posibilidad de ajustar los presupuestos y planes de ejecución para garantizar la seguridad de los fondos, de acuerdo con el ritmo de los proveedores y los planes de trabajo de los empleados.
Estas son solo algunas recomendaciones, corresponde a las empresas definir lo que mejor se ajusta a su funcionamiento y a lo que es su ADN organizacional.
Fuente: Periodista Digital