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La crisis provocada por la propagación del coronavirus por el mundo ha obligado a todos los integrantes de la sociedad, incluidas las empresas, a arrimar el hombro para hacer frente a esta pandemia. Desde cada trinchera se está poniendo un grano de arena, y hasta un bulto completo, para aliviar los efectos del covid-19.

Compañías en distintos países han reaccionado y lanzado paquetes de medidas, sin ignorar las recomendaciones de prevención de las autoridades, para procurar que el proceso productivo no se detenga en su totalidad.

Otras que son parte de sectores clave, como alimentación y salud, han mantenido las operaciones a toda costa para garantizar el suministro. Algunas, incluso, han interrumpido su actividad habitual para sumarse a la situación excepcional que estamos viviendo y procurar el bien común.

Y es que en estos tiempos de contingencia inesperada, los consumidores están demandando a las empresas una visión más amplia de su propósito, relacionado con el bien que aportan a la comunidad en la que operan.

Para mí, llegar a entender ese propósito es una cuestión de liderazgo empresarial y cultura corporativa. Son pilares sobre los cuales deben sostenerse aún más las empresas que han asumido el compromiso de acompañar a sus consumidores y clientes durante la pandemia.

Aunque el liderazgo dentro de una organización es siempre importante, en este momento es indispensable para fomentar ese compromiso social y transmitir confianza y calma a los empleados para que continúen adelante, desarrollando, en la medida de las posibilidades, su potencial a fin de alcanzar los objetivos trazados.

Esto va atado a la cultura corporativa, que es la ruta para entender cómo y de qué manera se deben hacer las cosas por ahora, pero siempre en función de la misión, la visión, los valores, las normas básicas de comportamiento y los procedimientos laborales.

Sin embargo, el hecho de que las empresas pongan su propio objeto de negocio al servicio del resto de la sociedad no significa que deban variar su actividad por ello ni sacrificar su rentabilidad económica. Es necesario lograr el equilibrio.

No tengo dudas de que las compañías que consigan hacerlo estarán en primera línea, llevando a cabo acciones responsables y, consecuentemente, saldrán fortalecidas de esta crisis. Hay que hacer que la balanza se incline a favor.

Fuente: El Nacional